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«El acto de enseñar no se separa tan fácilmente de la conciencia del saber…; el hombre consagrado a la cultura científica es un eterno escolar». 

G. Bachelard

Pero, ¿qué es la innovación educativa?

En Pero, ¿qué es la innovación educativa?artículo publicado en el nº 375 de enero de 2008 de la revista Cuadernos de Pedagogía, Jaume Martínez Bonafé analiza qué es la innovación y qué características y consecuencias presenta.

Bonafé inicia su texto tratando de acotar qué entendemos por innovación. Para él, el “deseo” es intrínseco a la innovación. Así, explica que quiere “entender la innovación como el deseo y la acción que mueven a un profesor, a una profesora o a un colectivo de profesores, a intentar realizar mejoras en su práctica profesional, con la finalidad de conseguir la mejor y más amplia educación para sus alumnos y alumnas”.

Lo argumenta planteando diversos ejemplos fruto de su propia experiencia, tanto como alumno como como profesor, en los que es la pasión del docente lo que motiva el deseo en sus alumnos por la literatura.

En este sentido, rescata la idea del “maternaje” de Barthes, comparando la educación a cómo una madre enseña a sus hijos a caminar: olvidando aspectos teóricos y animándolos a llegar hasta ella. De igual manera, presenta la “pedagogía del amor”, de uno de los dirigentes  del movimiento de alfabetización de Nicaragua, Orlando Pineda, quien defiende que para que se dé la alfabetización “el primer paso es enamorar a los campesinos”.

Así, concluye que la innovación es una “técnica y una teoría que reconoce el componente de deseo”, pero añade otro factor que considera imprescindible: que exista una finalidad educativa.

Por ello, critica el plantear la enseñanza como un fin en sí mismo, en lugar de como una herramienta para conseguir “el pleno desarrollo del ser humano y de su necesidad y capacidad para la comprensión crítica del mundo en que vive” y defiende que el uso de las nuevas tecnologías no implica per se una mejora en la educación.

Cabe destacar su última reflexión al respecto, con la que muestra su preocupación ante el uso de las “tutorías virtuales”, un fenómeno que impide que la comunicación entre profesores y padres se realice cara a cara.

Una vez ya ha establecido el marco de qué entendemos por innovación, pasa a proponer una serie de características, consecuencias y componentes de esta.

En primer lugar, defiende su carácter continuista, señalando que se trata de un proceso cultural que no puede limitarse a una acción puntual o a una legislatura, ya que presenta “ritmos y forma de implicación diferentes”. De igual manera, los propios profesores no lo son “a plazo fijo y por decreto”, una mentalidad que aboca al fracaso de los modelos de cambio que obvian al profesorado. Esto lleva a señalar que las Administraciones pueden introducir modificaciones en el currículo que ayudarán (o no) al cambio, pero que nunca supondrán el propio cambio.

La siguiente característica que subraya el autor es el de la innovación como un proceso problematizador (praxis), ya que requiere de una reflexión y una intencionalidad: a la hora de innovar se toman decisiones basadas en un juicio reflexivo.

Además, se trata de un proceso situado, esto quiere decir que se construye desde la experiencia propia y no desde “la aplicación de otras teorías de la innovación”. Debe partir desde lo particular y formarse a través de la reflexión compartida. De esta manera, se caracteriza por un carácter plural y por iniciativas diversas. Este mismo carácter plural va a enfrentarse a las instituciones, ante su función burocratizadora y reguladora.

Ya que la innovación se desarrolla “en un mundo complejo de significados con interpretaciones diversas y en ocasiones enfrentadas”, habrá que tratar de incluir lo “pequeño” y “diferente”, aprendiendo a “interpretar los diferentes lenguajes de la innovación”.

Siguiendo con el análisis de la innovación, Bonafé también resalta su doble vertiente, siendo un proceso tanto individual y subjetivo como colectivo y cooperativo, por lo que va a ser necesario del diálogo y la colaboración entre todos los agentes sociales.

Por último, concluye señalando que estamos ante un proceso histórico y político, por lo que no se debe caer en la amnesia, olvidando todo el recorrido que nos ha llevado hasta el punto en el que nos encontramos actualmente y, ante todo, por lo que “la palabra innovación necesita ser identificada en el interior del discurso político que la legitima”.

Si queréis leer el texto completo, podéis acceder al artículo: Martínez Bonafé (2008).

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